lunes, 16 de abril de 2012

El desear niños perfectos aumenta el riesgo de desordenes Mentales


La obsesión por hacer las cosas perfectas no es privativa de los adultos. El perfeccionismo también es un rasgo psicológico de los niños. En todo caso, hablamos de un fenómeno poco estudiado.

Una definición ampliamente aceptada lo define como un conjunto de creencias muy exigentes acerca de lo que las personas consideran que deben llegar a ser. Estos pensamientos son absolutistas, rígidos e irracionales.


Como explica Consumer, al niño perfeccionista le resulta fácil caer en la frustración, que le puede causar intensos y dolorosos sentimientos de culpa y de fracaso. Además, suelen tener una baja autoestima y una necesidad imperiosa de sentirse queridos.

Algunos de los comportamientos más habituales de los niños perfeccionistas son: ansiedad por llegar a tiempo a la escuela, excesiva seriedad y corrección para su edad en el trato con los demás, se enfadan de forma excesiva cuando juegan o pintan y cometen un error, entre otros.

Pero la exigencia con uno mismo puede ser sana o no. Es decir, hay niños perfeccionistas sanos (se proponen metas elevadas, pero razonables) y los que podríamos llamar insanos (la rabia por no cumplir sus expectativas les hace hostiles y extremadamente críticos).

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