El muchacho sentía y escuchaba todo lo que decían los cirujanos, pero los sedantes no le permitían hablar o mover las extremedidades para avisarles de su sufrimiento. De esta manera, el joven soportó cada corte de bisturí durante 15 minutos, hasta que se desmayó por el dolor.
“Mi cerebro me decía una y otra vez: ‘dí tu nombre, haz algo, mueve los dedos de los pies’, (…) pero yo era completamente incapaz de decir algo o de mover mi cuerpo”, indicó Rosenqvist a TheNydailyNews.
Después de la intervención quirúrgica, el joven sorprendió a los médicos al relatarles cada paso de su trabajo. Más tarde, uno de los cirujanos admitió que había indicios de que algo andaba mal en la operación.
Tres semanas después de la terrible experiencia y con Rosenqvist presa de continuas pesadillas, este decidió denunciar el suceso ante la Junta Nacional de Salud y Asistencia de Suecia.